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jueves, 8 de enero de 2015

EL RELATO COMIENZA



Espero con impaciencia a que llegue la próxima Navidad. Mi mujer dice que con nuestra edad tenemos que disfrutar los momentos como si fuesen el último y no se equivoca. Nunca lo ha hecho. La quiero tanto. Por ella hice lo que hice, bueno por ella y por mis dos hijos, Laura y Francisco. Va a ser difícil contarle mi historia porque mi cabeza ya está un poco desordenada y cuando busco un recuerdo me aparece un hilillo de otro, del que tiro por curiosidad para ver donde me lleva y lo único que consigo es perderme en una maraña de anécdotas, de caras, de nombres, de fechas. Así que intentaré centrarme en mi historia sin tirar mucho de los deshilachados retazos de mi vida.

            Como les decía, esta Navidad, será especial porque si hasta ahora estas fechas eran unos fugaces días de descanso en la rutina diaria, la de este año será el comienzo de una nueva vida. Tendré que cambiar mis rutinas, aunque intentaré no alterarlas demasiado, porque como dice mi mujer, para que cambiar algo que funciona bien. Es tan lista y eso que no pudo ir a la escuela. Si tuviese estudios como mínimo sería la alcaldesa del pueblo, bueno y sin ellos hubo un año que estuvo a punto de…., ya empiezo otra vez a tirar de donde no debo.

Los últimos veinte años, desde que se fueron mis niños a estudiar a la capital, mi Laura es abogada y mi Francisco algo del Medio Ambiente, nunca he tenido muy claro que es lo que hacía. El caso es que en los últimos años, los niños venían dos o tres días antes de la Nochebuena y el veintiséis ya se estaban marchando para celebrar el año nuevo con sus amigos. Mi mujer preparaba comida para un regimiento y luego nos pasábamos todo el mes de enero comiendo de las sobras. Nosotros comemos muy poco y lo hacemos más porque  el cuerpo lo pide, pero no porque nos apetezca demasiado. Eran unos días tranquilos donde probábamos las conservas que hacia mi mujer, el vinillo de las viñas y salíamos a cazar mi Paco y yo. Luego llegaron las parejas y por culpa de alguna, unos años faltó mi hijo. Cada vez que me acuerdo de esos años me pongo enfermo. La culpa es de mi Francisco por no dejar las cosas claras, menos mal que cuando se casaron fue al revés de todas las parejas y fue él quien tomó las riendas de la casa. Es una buena chica pero al principio, supongo que también por sus padres, esto le parecía poca cosa para pasar la Navidad. A lo mejor fue eso y no que mi Paco se plantase. Lo mismo se dio cuenta que como éstas ninguna. Yo que sé, mi mujer dice que eso pasa en todas las familias y si ella lo dice habrá que hacerle caso.