Espero
con impaciencia a que llegue la próxima Navidad. Mi mujer dice que con nuestra
edad tenemos que disfrutar los momentos como si fuesen el último y no se
equivoca. Nunca lo ha hecho. La quiero tanto. Por ella hice lo que hice, bueno
por ella y por mis dos hijos, Laura y Francisco. Va a ser difícil contarle mi
historia porque mi cabeza ya está un poco desordenada y cuando busco un
recuerdo me aparece un hilillo de otro, del que tiro por curiosidad para ver
donde me lleva y lo único que consigo es perderme en una maraña de anécdotas,
de caras, de nombres, de fechas. Así que intentaré centrarme en mi historia sin
tirar mucho de los deshilachados retazos de mi vida.
Como les decía, esta Navidad, será
especial porque si hasta ahora estas fechas eran unos fugaces días de descanso
en la rutina diaria, la de este año será el comienzo de una nueva vida. Tendré
que cambiar mis rutinas, aunque intentaré no alterarlas demasiado, porque como
dice mi mujer, para que cambiar algo que funciona bien. Es tan lista y eso que
no pudo ir a la escuela. Si tuviese estudios como mínimo sería la alcaldesa del
pueblo, bueno y sin ellos hubo un año que estuvo a punto de…., ya empiezo otra
vez a tirar de donde no debo.
Los
últimos veinte años, desde que se fueron mis niños a estudiar a la capital, mi
Laura es abogada y mi Francisco algo del Medio Ambiente, nunca he tenido muy
claro que es lo que hacía. El caso es que en los últimos años, los niños venían
dos o tres días antes de la Nochebuena y el veintiséis ya se estaban marchando
para celebrar el año nuevo con sus amigos. Mi mujer preparaba comida para un
regimiento y luego nos pasábamos todo el mes de enero comiendo de las sobras.
Nosotros comemos muy poco y lo hacemos más porque el cuerpo lo pide, pero no porque nos
apetezca demasiado. Eran unos días tranquilos donde probábamos las conservas
que hacia mi mujer, el vinillo de las viñas y salíamos a cazar mi Paco y yo.
Luego llegaron las parejas y por culpa de alguna, unos años faltó mi hijo. Cada
vez que me acuerdo de esos años me pongo enfermo. La culpa es de mi Francisco
por no dejar las cosas claras, menos mal que cuando se casaron fue al revés de
todas las parejas y fue él quien tomó las riendas de la casa. Es una buena
chica pero al principio, supongo que también por sus padres, esto le parecía
poca cosa para pasar la Navidad. A lo mejor fue eso y no que mi Paco se
plantase. Lo mismo se dio cuenta que como éstas ninguna. Yo que sé, mi mujer
dice que eso pasa en todas las familias y si ella lo dice habrá que hacerle
caso.